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Pacto de iglesia

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Somos un grupo de hermanas y hermanos en Cristo, a los que el Señor nos ha llamado personalmente para estar con él, alabarle, y gozarnos en su presencia. Jesús, que fue el siervo sufriente y que ahora es el poderoso Vencedor, nos invita a seguirle con plena confianza en él. Su llamamiento nos sana, nos renueva, nos descansa y nos rejuvenece, capacitándonos para perdonar, para amar y para servir. Su Espí­ritu en nosotros nos conduce a no acomodarnos, sino a buscar siempre más de él, abriéndonos a nuevas formas de actuar según su voluntad. Sin temor a los cambios, nos abrimos a ver el mundo con ojos espirituales, para verlo como él lo ve. Aunque sabemos que en el pasado hemos negado a Jesús en muchas maneras, ahora queremos ir adónde él nos lleve, permitiéndole reinar en todas las áreas de nuestra vida, para llevar a otros la buena noticia de su reinado. No es tiempo de temer, sino de tomar posesión de la tierra que el Señor nos ha dado.

El Señor nos llama a ser una iglesia de oración constante de unos por los otros, y de intercesión por este mundo perdido. Especialmente queremos pedir por los lí­deres espirituales de los españoles, para que lleguen a conocer personalmente a Jesús, el Mesí­as, y el Señor. Jesús es quien gobierna nuestra iglesia, y nos llama a un nuevo comienzo, partiendo mar adentro para echar las redes en los lugares más profundos que él nos indique. Nuestras armas no son las armas carnales de este mundo, sino las del Espí­ritu, especialmente la espada de su Palabra. Queremos ser una iglesia en la que las personas puedan encontrar oportunidad de crecer en todas las áreas de su vida, y ayudar a otros a hacerlo. El Señor nos ha mostrado que nos quiere entregados totalmente a él para así­ poder llegar a otros. Como iglesia cristiana nos sentimos confiados en el Señor, a cuyos ojos somos preciosos, y quien se deleita en nosotros. Él nos asegura lo mucho que podemos hacer con él, cómo Dios trabaja por medio de nosotros, de tal forma que su obra durará. Sin temor rechazamos todas las mentiras del enemigo sobre nosotros, y nos gozamos en la seguridad de que las puertas del infierno no prevalecerán sobre su pueblo.

Como Lidia, la primera persona convertida en Europa, la mayor parte de nosotros somos inmigrantes en España, y nos gozamos en la sabidurí­a de Dios para elegir a lo que el mundo no reconoce para confundir y bendecir a ese mundo. Por ello queremos llevar a más españoles a los pies de Jesús, el único y verdadero Mesí­as, sin sentir ninguna vergí¼enza de su evangelio. Esperamos, pedimos y recibimos el poder de lo alto para llegar de uno en uno a nuestros vecinos, compañeros de trabajo, amigos y parientes. Dios ha elegido a lo que antes era débil para alcanzar a lo que se considera fuerte, y sabemos que el ministerio de muchas mujeres y varones inmigrantes será de bendición para las mujeres y varones de España. Dios nos muestra que éste es ahora nuestro paí­s, que aquí­ nos quiere sanar en profundidad, y usarnos para sanar a muchos otros. El mismo Espí­ritu que estaba en Jesús está también en nosotros, rompe nuestras cadenas, y nos prohí­be estar encerrados por temor. Aunque sabemos que la misión no es fácil, y que habrá resistencias, nos ha llegado ya la hora de actuar.

Concretamente queremos guiarnos por los siguientes valores centrales de nuestra iglesia:

· Cristo es el centro y quien dirige nuestra iglesia.
· Formamos cí­rculos de esperanza, en los que vivimos las relaciones fundamentales de los creyentes (hacia arriba, hacia dentro de uno mismo, entre nosotros mismos, hacia el mundo), donde practicamos el mentorado de unos a otros para capacitarnos para servir mejor.
· Decidimos llevar vidas de alabanza, adoración, y oración, reservando un tiempo fijo para escuchar al Señor, para interceder unos por otros, para practicar la liberación y la sanidad interior.
· Buscamos llevar vidas transformadas por el Espí­ritu Santo, en permanente santidad de vida, sirviéndonos unos a otros, siendo radicales, pero evitando la religiosidad y el legalismo.
· Dios nos enví­a a ser agentes de cambio en el mundo, buscando alcanzar a los no creyentes, practicando la no-violencia en nuestras vidas personales y comunitarias, y defendiendo la causa de los menos afortunados.