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Los juegos de azar

Por Roger L. Williams y Joseph Fox

Según el Merriam Webster’s Collegiate Dictionary (Diccionario escolar de Merriam Webster), en su edición de 1998, los juegos de azar son: «1 a: juegos por dinero o por bienes, b: apostar a un resultado incierto, 2: arriesgar algo por un resultado imprevisto: arriesgarse.»

Los juegos de azar se han difundido en tal medida en América del Norte que se estima que los ciudadanos de EE.UU. y de Canadá gastan más en juegos de azar que en su comida o su vestimenta. (1) Los juegos de azar no sólo abundan en América del Norte; son un vicio que se encuentra en todas partes del mundo. Existen juegos de azar en casi todos lados.

Durante la última década o dos, muchos gobiernos han pasado de prohibir los juegos de azar a fomentarlos como un medio para generar recursos para una variedad de agencias y programas federales, estatales o provinciales. Las Vegas y muchos otros sitios para los juegos de azar se han convertido en centros de entretenimiento familiar a los que cada año van millares de personas, jóvenes y adultas, atraí­das por una variedad de incentivos que apoyan, sea directa o indirectamente, a los negocios de los juegos de azar. Además de estas «Mecas del Azar» también crece cada vez más la cantidad de operaciones locales de juegos de azar, tales como las empresas de paseos en cruceros para jugar al azar, los casinos por reservación, las salas de juegos de azar locales, los sitios de juegos de azar en Internet, las ventas de loterí­as, los establecimientos para hacer apuestas a distancia, los hipódromos y canódromos, así­ como una gran variedad de otras formas y métodos para jugar al azar.

Las loterí­as controladas por el Gobierno se promocionan en la televisión, la radio, los carteles, en las gasolineras y en muchos otros sitios. Cada dí­a millones de dólares pasan de las manos de personas trabajadoras, con el deseo de enriquecerse repentinamente, a los gobiernos y a las empresas de juegos de azar. Desde el punto de vista de los gobiernos o de las operaciones de juegos de azar, los juegos de azar institucionales no son en realidad juegos de azar; las probabilidades están bien calculadas y siempre están manipuladas a favor del gobierno o del establecimiento de juegos. Los gobiernos o los casinos nunca pierden o van a la bancarota. Básicamente, los juegos de azar son una gran transferencia de bienes, de quienes no pueden darse el lujo de perder mucho, a entidades inmensamente adineradas y poderosas, con bienes y recursos que empobrecen al público que juega. Muchos jugadores deben perder para que muy pocos puedan llegar a ganar.

Ahora que los juegos de azar se han convertido en una parte importante y generalmente aceptada de la sociedad, también ha crecido el efecto negativo en las personas y en la sociedad en general. Actualmente, en América del Norte, una cantidad significativa de personas están presas como resultado, bien sea directo o indirecto, de las apuestas habituales. Su compulsión los lleva a la ruina financiera o los hace romper la ley para cubrir sus deudas de juego o simplemente para mantener su adicción al juego. Irónicamente, muchos estados han decidido ofrecer el servicio de consejeria a quienes antes ayudaron a convertirse en adictos, con el fin de aplacar la resistencia organizada a los juegos de azar. Los norteamericanos se están volviendo cada vez más tolerantes, como personas y como sociedad, a los juegos de apuestas, así­ como a la psicologí­a de dependencia de las loterí­as y los juegos de azar, en vez de trabajar y de ahorrar para su sustento y el de sus familias. Una variedad de estudios indican que los juegos de azar son el elemento catalí­tico que hace que se eleve el número de crí­menes, de divorcios, de rupturas familiares, de adictos, de la pobreza y de las deudas. (2)

Ninguno de los mandamientos bí­blicos nos dice: «No jugarás al azar». Por lo tanto, ¿debe la Iglesia de los Hermanos en Cristo quedarse de brazos cruzados y no condenar los juegos de azar? No. Nuestras aseveraciones contra los juegos de azar provienen de una posición fundamentada en el amor y el cariño cristiano. Creemos que los juegos de azar son un asunto muy preocupante para la gente de nuestra cultura hoy en dí­a.

Los juegos de azar son un fenómeno social que está floreciendo debido a que apela a los instintos viles y egoí­stas de la codicia, la avaricia, la búsqueda de emociones fuertes, la dependencia en la diversión como un estilo de vida y el deseo de obtener algo por nada. Los juegos de azar requieren que alguien pierda al menos un dólar por cada dólar que alguien gane. De hecho, los juegos institucionales de azar requieren que los perdedores no sólo paguen por los ganadores, sino también por los costos indirectos, los gastos de operación y por los márgenes exorbitantes de ganancias de las organizaciones de juegos de azar. Por lo tanto, el ganador «cobra sus ganancias» a las expensas de muchos perdedores. Para algunas personas, los juegos de azar se hacen compulsivos, se convierten en una adicción, que los puede llevar a descuidar a su familia, a ignorar sus responsabilidades e incluso a robar o a cometer otros crí­menes para mantener su adicción.

El deseo de «obtener algo por nada» es la base psicológica fundamental que los artistas del timo usan para perpetrar una serie de engaños con el fin de robar y hurtar. Este mismo impulso se encuentra en la raí­z de los juegos de azar. El hecho de perder por lo general nos hace querer intentar de nuevo con la esperanza de que la próxima vez nos redimirá financieramente. Las ganancias a menudo nos abren el apetito por las emociones y nos alientan a tomar riesgos cada vez mayores. Irónicamente, tanto el ganar como el perder nos puede llevar a ser cada vez más individualistas y a perder nuestra dependencia en Cristo. Los juegos de azar, bien sea que uno gane o que pierda, ponen en riesgo la vitalidad de la relación de la persona con Cristo. Como la súplica de Pablo a los Corintios nos dice: «así­ que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espí­ritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios» (2 Corintios 7:1).

Además de este llamado para que vivamos en forma santa, también se hace un llamado ferviente para que los cristianos sean buenos mayordomos-dependiendo de Cristo. Nuestro llamado para que administremos bien nuestros recursos exige que no apoyemos actividades que pueden destruir la capacidad de subsistencia de los demás. En la superficie, los juegos de azar pueden tener una apariencia inocua e incluso divertida, excitante y retadora. Sin embargo, debajo de la superficie yace un monstruo que se alimenta con los deseos egoí­stas del corazón humano, sin importar que tan pequeña sea la cantidad o la frecuencia con que se juegue.

Los riesgos personales de los juegos de azar pueden ir más allá de la pérdida de dinero. Muchas personas han perdido el respeto de sí­ mismas, su libertad, sus familias, su trabajo, etc. Como es siempre el caso, la persona involucrada en la conducta incorrecta no es la única que sufre. Los hijos, el cónyuge, los amigos, los familiares y la sociedad en general pagan un precio enorme por los efectos negativos cumulativos de los juegos de azar. Los juegos de azar son especialmente dañinos para los pobres, y los juegos promocionados por los gobiernos son una carga para la gente que menos tiene en nuestra sociedad.

Por lo tanto nosotros, como una comunidad de fe, nos oponemos fuertemente a los juegos de azar, bien sean legales o ilegales. Como individuos tenemos cierto nivel de libertad en Cristo con relación a nuestros puntos de vista y nuestras prácticas personales. Pero al hacerlo, recomendamos que tengamos cuidado de no tomar una decisión basada en nuestra libertad personal, con la cual pudiesemos hacer que otra persona sufra.

Somos una comunidad de «llamados». Se nos ha llamado para que reflejemos la luz y la verdad de Cristo en nuestra vida cotidiana. Debemos cuestionar toda práctica que nos evite vivir nuestra vida como testimonio al Señor, o que disminuya nuestra confianza plena en que Dios puede proveer nuestras necesidades diarias. Los juegos de azar son una de esas prácticas.

(1) Programa Sixty Minutes de CBS, mayo de 2000
(2) Focus on the Family, «What Payoff Can You Expect From Gambling», 1997
(3) Las citas de la Biblia se tomaron de la versión NIV