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La renovación espiritual

Por Warren L. Hoffman

Los Hermanos en Cristo siempre han sido receptivos a travez de su historia a la obra del Espí­ritu Santo. También hoy deseamos ser receptivos a lo que Dios le esta diciendo a la iglesia. Tanto en nuestras raí­ces históricas como en nuestras aspiraciones actuales, poseemos un rico contexto de renovación espiritual.

La Iglesia de los Hermanos en Cristo enfatiza el poder que el Espí­ritu Santo nos da para vivir una vida santa. Afirmamos la obra del Espí­ritu Santo en nuestras doctrinas. Alentamos a las personas y a las iglesias a que busquen a Dios para que sean llenos del Espí­ritu Santo. Enfocamos la vida cristiana con miras a alcanzar una relación vital con el Dios vivo que transforme nuestra vida.

Consideramos a la Biblia como la autoridad final en cuanto a la fe y la práctica. Reconocemos que el Espí­ritu Santo continua obrando en la iglesia de hoy para enseñarnos como entender, interpretar y aplicar las Escrituras. Cuando estudiamos juntos las Escrituras, creemos que el Espí­ritu Santo nos ayuda a discernir la verdad y la voluntad de Dios. Nuestro objetivo siempre es mantenernos fieles a la Palabra de Dios.

Con tal convicción bí­blica y tales precedentes históricos, no sorprende que los Hermanos en Cristo se sientan atraí­dos por las diversas expresiones contemporáneas de renovación espiritual y que tengan cuidado al distinguir entre los elementos esenciales y los elementos superfluos. El deseo de renovación está entretejido en nuestro entendimiento de la vida cristiana. Sin embargo, deseamos estar seguros de que lo que experimentamos sea una experiencia auténtica del Espí­ritu Santo. Reconocemos que nos necesitamos los unos a los otros, de manera que juntos podamos discernir los puntos fuertes y los puntos debiles de los varios movimientos y fenómenos espirituales de nuestro tiempo.

Estamos familiarizados con las prácticas que se han identificado con varios movimientos de renovación. Por ejemplo, el movimiento de «santidad» se reconoce por sus llamadas al altar, por sus gritos de jubilo y por sus manos alzadas. El movimiento «Pentecostal» ha sido asociado con el don de lenguas y su interpretación. El movimiento «carismático» se identifica por sus coros de alabanzas, y por sus manos alzadas en adoración. El movimiento de la «tercera ola» se caracteriza por una adoración expresiva, la oración corporativa y las enseñanzas sobre las guerras espirituales. Otros movimientos de renovación son notorios por su énfasis en las palabras proféticas y por ser derribados por el Espí­ritu.

Los Hermanos en Cristo tratan de mantenerse al tanto de los movimientos del Espí­ritu Santo y de mantenerse fieles a la Palabra de Dios, midiendo los movimientos contemporáneos de renovación según tales parámetros bí­blicos como:

El arrepentimiento

En toda la Biblia, el llamado-y la respuesta- el arrepentimiento, precede los nuevos derramamientos del Espí­ritu de Dios. Desde los dí­as de los profetas del Antiguo Testamento, hasta el sermón de Pedro en Pentecostés, los tiempos de renovación espiritual están marcados por una verdad constante: Cuando la gente de Dios se humilla, confiesa sus pecados y sus necesidades y se vuelve hacia Dios para que los salve y los guí­e, Dios responde con avivamiento y con sus bendiciones (2 Crónicas 7:14).

La plenitud del Espí­ritu Santo

Cuando el pueblo de Dios ansí­a y ora por la plenitud del Espí­ritu Santo, Dios les da este generoso regalo. Jesús enseñó que: «Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espí­ritu Santo a los que se lo pidan?» (Lucas11:13). Cuando nos rendimos al reinado soberano de Jesús gracias a la presencia de Su Espí­ritu en nosotros, el viento de renovación sopla en la iglesia.

La obediencia

Un renovado compromiso a la obediencia a Cristo está unido inseparablemente a la obra del Espí­ritu Santo. El Apóstol Pablo demuestra esta conexion cuando usa frases tales como «sed llenos del Espí­ritu» (Efesios 5:18) y que «la palabra de Cristo more en abundancia en vosotros» (Colosenses 3:16) alternativamente. í‰l enseña que el creyente lleno del Espí­ritu se distingue por los frutos del «…amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza…» (Gálatas 5:22-23).

La Comunidad

En Su interacción con la humanidad, Dios ha demostrado claramente Su interés en crear comunidades. Su llamado a Abraham fue un llamado para crear una nación (Génesis12:3). í‰l instituyó la iglesia para que fuese «…un linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios » (1 Pedro 2:9). Por lo tanto, comunidad es una dimensión vital de toda renovación enraizada en Dios.

El testimonio y el servicio

La iglesia experimenta nuevas manifestaciones de la gracia de Dios cuando se esfuerza para extenderse en su testimonio y servicio en el mundo. A. W. Tozer comentó que: «Dios trabaja en la medida en que Su pueblo vive con arrojo. í‰l cesa de hacerlo cuando ya no necesitan de Su ayuda.» (1) En la medida en que la iglesia se esfuerza para extenderse, aun más allá de lo que le permite su capacidad humana, obedeciendo la Gran Comision de hacer discí­pulos, y en la medida en que busca ser una influencia redentora en el mundo gracias a sus actos de amor y de compasión, así­ recibe del Espí­ritu Santo la dirección y el poder para realizar Su llamado.

Los Hermanos en Cristo afirman que las siguientes pautas nos pueden ayudar a determinar lo que es un movimiento auténtico del Espí­ritu Santo:

  • Los Hermanos en Cristo afirman la obra del Espí­ritu Santo, tanto en un nivel personal como corporativo.

  • Celebramos y fomentamos comunidad como el contexto de nuestra participación común en el don del Espí­ritu Santo, dado en respuesta a nuestra fe y a nuestra dedicación a Jesucristo como Salvador y Señor (1 Corintios 12:7, 24-26; Efesios 4:3).

  • Alentamos a todas las personas e iglesias a buscar a Dios para obtener la plenitud del Espí­ritu Santo.

  • Afirmamos la vitalidad en nuestros servicios de adoración publica y reconocemos que la gente experimenta a Dios de varias formas y lo adora de distintas maneras.

  • Anticipamos que los frutos del Espí­ritu (el amor, el gozo, la paz, etc.) se harán evidentes en una renovación espiritual (Gálatas 5:22-26).

  • Entendemos que los dones del Espí­ritu se otorgan para fortalecer y engrandecer al cuerpo de Cristo. Los dones espirituales son regidos por el amor y se usan para el bien común de la iglesia (Efesios 4:11-12).

  • Nos damos cuenta de que la Biblia afirma una variedad de dones y de experiencias espirituales.

  • Reconocemos que nos necesitamos mutuamente para que juntos podamos discernir los puntos fuertes y las debilidades de los diversos movimientos y experiencias espirituales de la actualidad.

  • Hacemos hincapié en el papel de los obispos y de los pastores en la instrucción clara de las personas sobre las enseñanzas bí­blicas, tales como la pureza del corazón y la santidad de la vida, de modo que las personas puedan distinguir entre los elementos esenciales y los elementos secundarios de la renovación espiritual.

  • Creemos que el Espí­ritu Santo exalta a Cristo para la gloria de Dios (Juan 16:12-14; 1 Corintios 12:1-3; Efesios 4:11-16).

(1) A. W. Tozer, Paths to Power

Este folleto ha sido resumido y adaptado de un informe del equipo sobre la renovación espiritual, presentado a la Conferencia general de 1996 de la Iglesia de los Hermanos en Cristo.